Saltar al contenido

“EL PRECIO QUE SE PAGA POR NO ESTAR PREPARADO”.

INTRODUCCIÓN:

No existe un ruido más brutal que el del silencio cuando todo comienza a fracasar. No lo notas al principio. Es sutil, casi imperceptible. Inicialmente, se apaga el viento, seguidamente el eco, y finalmente la confianza en uno mismo. Es en ese momento cuando percibes que el problema no residía en el entorno, sino en ti mismo.

Aquella persona ajena avanzaba por una ruta que pensaba conocer. La había transitado previamente, confiado, con la misma celeridad con la que uno camina la rutina de su existencia. El sol, grande y brillante, parecía estar con él en cada paso. Sin embargo, aquel día, sin darme cuenta, llevaba algo mucho más pesado que su mochila: la falsa confianza de quien piensa que nada puede ocurrir.

Su cantimplora iba medio vacía. No había comprobado el escenario climático ni la condición de las sendas. Consideró que, en esencia, «solamente sería una breve caminata». Sin embargo, la montaña, al igual que la vida, no favorece la improvisación. La montaña exige respeto. Y cuando uno no se lo otorga, impone un precio que no se puede compensar con dinero.

 

Al principio fue solo una brisa, luego nubes. El senderista comenzó a desvanecerse bajo sus zapatos. Y al desvanecerse la niebla, la brújula que tenía en el bolsillo —sin tener conocimiento de su uso real— se transformó en un adorno inútil. Miró su móvil, confiando en el GPS. Sin cobertura. Sin señal. Sin guía. Fue en ese preciso momento cuando comprendió que la tecnología no reemplaza al conocimiento, sino que simplemente lo maquilla.

La sensación de control se desvaneció tan rápido como la luz. Lo que anteriormente constituía una aventura, se ha transformado en una incertidumbre. Lo que antes era confianza, ahora era miedo. Lo más grave de todo no era estar perdido… sino tener la certeza de que todo aquello podría haberse prevenido.

La falta de preparación no llega de golpe. Se elabora en breves actos: en el «ya lo haré», en el «no creo que me pase a mí», en el «para qué cargar con tantas responsabilidades si solo voy unas horas». La comodidad, la confianza excesiva y esa pereza silenciosa que nos hace olvidar que la supervivencia no se inicia en el terreno, sino en la mente.

Horas más tarde, el frío empezó a calar. La humedad se pegó a la ropa. Intentó encender un fuego, pero la leña estaba empapada. El encendedor, mojado. No llevaba pedernal. No llevaba yesca. Ni siquiera un sencillo silbato para advertir en situaciones de emergencia. Y aunque el cuerpo aún respondía, la mente comenzaba a flaquear. El temor se incrementa rápidamente cuando no se establece un plan.

Entonces llegó el silencio. Él de verdad. El que te deja a solas. Ahí, en medio de la niebla, el orgullo dejó de ser importante. No tenía sentido discutir sobre rutas, materiales o marcas si no se conocía la aplicación de lo fundamental: prever, y preparar. En ese momento, entendió algo que muchos no saben: no estar preparado no siempre cuesta la vida, pero sí puede costarte la paz.

La naturaleza no acepta la falta de preparación, así como la vida no acepta el descuido. En ambas disciplinas, la ausencia de preparación se manifiesta con ansiedad, frustración o derrota. En ocasiones no existen montañas, pero existen decisiones apresuradas, relaciones mal administradas, y proyectos comenzados sin fundamentos. Y el desenlace es el mismo: te pierdes, te desorientas, pierdes la calma y caes en barrena.

El principio significativo de la supervivencia radica no en la técnica, sino en la humildad. El fallo más serio del ser humano contemporáneo no radica en la falta de recursos, sino en la creencia de que siempre los tendrás a su disposición. En la ciudad, ese error significa depender de los demás para todo; en la montaña, es una condena al fracaso.

Cada paso que el hombre dio hacia la salida fue una enseñanza. Adquirió la comprensión de que el cuerpo tiene una resistencia superior a la que percibe, pero la mente únicamente puede ser entrenada. Adquirió la comprensión de que la preparación no se refiere a la carga excesiva de peso, sino a la habilidad para utilizar adecuadamente lo que se dispone. Finalmente, comprendió que los accidentes a menudo son una casualidad: suelen ser el resultado preciso de la falta de anticipación.

Al amanecer, logró salir. No debido a que la fortuna lo acompañara, sino debido a que su instinto lo guio de manera suficiente para no sucumbir ante la falta de previsión. No obstante, aquel día dejó algo en el bosque: su arrogancia. Aportó algo de gran valor: la conciencia de que cada decisión es relevante.

Cuando volvió a casa, abrió la mochila y revisó su contenido. Sin embargo, lo que faltaba si era evidente: conocimiento, previsión y prudencia. Y entendió que el equipo de mayor importancia no se almacena en una mochila,es tu conocimiento y humildad.

Desde entonces, cada salida se volvió un acto de respeto. Adquirí la habilidad de diseñar rutas, examinar mapas y formular opciones. Aprendió que prepararse no es tener miedo: es responsabilidad. Quien se prepara no lo hace debido a la preocupación de fallar, sino a la comprensión de los costos asociados a no hacerlo.

Ya que el costo de no estar listo no se cuantifica únicamente en metros u horas. Se cuantifica en segundos de pánico, en errores que podrían ser evitados y en oportunidades que se pierden de manera indefinida.

Lo que hace que alguien sobreviva y otro no, no es la fuerza física ni el valor, sino la habilidad para anticipar y adaptarse. Quien aprende esto de la naturaleza lo usa en su vida diaria. Debido a que todo lo que en esa ubicación es esencial —observar, planificar, actuar— es precisamente lo que fuera de ella garantiza estabilidad.

No es necesario vivir con temor, sino con conciencia. Saber que cada decisión tiene importancia. Es posible que cada descuido sea la pieza que falta cuando todo se desmorona. Cada pequeño acto de preparación es una inversión en tu seguridad.

El hombre anónimo nunca contó su historia. No hacía falta. Cada vez que regresaba al bosque, lo hacía de manera silenciosa. Y en ese silencio entendía que estar listo no te hace invencible, pero sí te brinda oportunidad. Momento para reflexionar, responder y ajustarte. En la naturaleza, como en la vida, el tiempo puede ser lo que te haga perder o encontrar el camino de regreso.

  • El costo asociado a la falta de preparación es elevado, aunque no siempre se manifiesta. Algunos lo abonan con lágrimas, otros con heridas, otros con el remordimiento de no haber actuado más cuando tenían la oportunidad. Sin embargo, todos en algún instante lo pagan.
  • Aunque no todos se desvanezcan en el bosque, cada uno se topa con su propia tormenta: la del temor, la de la incertidumbre, la del error que se pudo prevenir. Cuando llega ese instante, únicamente un elemento distingue: haber cumplido con las obligaciones antes de que la oscuridad se imponga.
  • Pero prepararse no es obsesionarse. Es reconocer que pueden ocurrir desaciertos y, aun así, mantener la determinación de continuar avanzando. Es tomar decisiones conscientes de que la incertidumbre existe, pero no te detiene. Es comportarse con dignidad hacia la vida, el medioambiente y a ti mismo.
  • El viento volvió a soplar aquella mañana. El camino, que anteriormente representaba una amenaza, retornó a su función de ruta. Pero quien lo cruzó ya no era el mismo. Llevaba menos miedo, más consciencia. Un menor ego, un mayor respeto.
  • Y comprendió la lección final sin requerir palabras:
  • No existe un valor más elevado que el de la imprudencia oculta bajo la apariencia de confianza.

 

En AFSURVIVAL®, mantenemos una firme convicción en la superación constante. Me presento como Abel Fernández, guía de montaña y experto en rescate de montaña. Poseo diversas titulaciones que respaldan mis conocimientos, así como años de experiencia en formación ética y profesional. Esta es la narrativa de cómo la dedicación, la capacidad de recuperación y el liderazgo pueden transformar vidas, incluso en las circunstancias más adversas.

 

“Contáctanos en www.afsurvival.com”. | “👉WhatsApp 650533640 | Teléf. 933 801 728 info@afsurvival.com / afsurvival.com  

 ¿Tienes la valentía de dar el paso? En AFSURVIVAL®, te ayudamos a empezar de nuevo.

 

 

   Copyright ©️ Abel Fernández Plaza. Todos los derechos reservados.

 

ABEL FERNÁNDEZ

Fundador de AF Survival y experto en rescate de montaña, guía profesional y formador en supervivencia y Bushcraft

Otros Artículos de Blog

¿Quieres llevar tus conocimientos al siguiente nivel?

Si te interesa una asesoría personalizada, participar en talleres prácticos o vivir una salida guiada en plena naturaleza, contáctame y lo organizamos a tu medida.

Pulsa en el servicio que más te interese: